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Los 10 Mandamientos de la Iglesia Escéptica
En esta entrada comento los 10 Mandamientos que todo buen «escéptico» debe cumplir, y luego detallo el más importante de todos ellos.
Los 10 Mandamientos de la Iglesia Escéptica:
- Usarás la falacia de autoridad sobre todas las cosas.
- No pensarás por ti mismo ni tendrás opinión propia, para así no caer en sesgos cognitivos.
- Si tienes la irrefrenable tentación de pensar y tener opinión propia, eres una vergüenza para la Iglesia Escéptica: aún estás a tiempo de lobotomizarte y no ser expulsado del calor del rebaño.
- Adorarás el consenso.
- Censurarás las opiniones inconvenientes siempre que puedas.
- Participarás en cuantos linchamientos en redes sociales te sea posible.
- Defenderás los intereses de la industria farmacéutica/alimentaria como si fueran los tuyos propios.
- Criticarás duramente las pseudociencias no amparadas por los estamentos oficiales.
- Guardarás silencio cómplice sobre las pseudociencias amparadas por los estamentos oficiales.
- Ante la más mínima oposición recurrirás al ad hominem señalando al oponente como homeópata y/o antivacunas, lo sea o no lo sea. En caso de necesidad se puede recurrir a otros ad hominem, como que el oponente es un conspiranoico o que se hace pasar por científico sin serlo.
Nota: recordemos que al final los 10 Mandamientos deben resumirse en 2, siendo el primero adorarás el «like» sobre todas las cosas.
Puesto que un buen «escéptico» es esencialmente una falacia de autoridad con patas, detallo el uso que hacen los «escépticos» de la falacia de autoridad (ad verecundiam).
Falacia de autoridad, versión «escéptica»
Roma locuta, causa finita
Roma ha hablado, el caso está cerrado.
La actividad de los autodenominados «escépticos» gira alrededor de esta falacia:
- El «escéptico» dice que ha hablado o preguntado a «expertos» en el tema en cuestión y que transmite la que, según él/ella, es la opinión de esos «expertos».
- El «escéptico» argumenta que quien mantiene posturas diferentes de la que él/ella transmite está poniendo en peligro a las personas que les escuchan.
Recordemos que el segundo mandamiento obliga a los «escépticos» a no tener opinión propia: sólo transmiten lo que la autoridad en la materia dice. Tener opinión propia no es permitido al buen «escéptico», con el argumento de que si intenta tener una opinión crítica se puede dejar llevar por sesgos (ejemplo).
Como vemos, la falacia es de autoridad (o ad verecundiam) pero el uso (y abuso) que hacen los «escépticos» es peculiar:
- A menudo se desconoce la identidad de los «expertos» cuya opinión hay que adorar. ¿Quiénes son? ¿Qué méritos tienen? ¿Qué les convierte en «expertos» en la materia? ¿Quién establece el criterio de lo que es un «experto»? ¿Qué conflictos de interés tienen? ¿Existen realmente o se lo está inventando todo el «escéptico» de turno?
- Se desconoce la opinión textual de los «expertos». ¿Hay matices en sus opiniones? ¿Cuál es exactamente su opinión? ¿Por qué no se pronuncian ellos/ellas en lugar de los «escépticos»?
Nótese que aunque supiéramos quiénes son esos «expertos» y cuál es su opinión concreta, con todos los matices, la opinión de un «experto» no es evidencia científica (salvo para los propios «expertos», que dicen que sí lo es, claro). El «escéptico» no es el portavoz de «la ciencia» bajo ningún supuesto.
«Escéptico»: dícese de la persona que repite de forma acrítica lo que supuestamente le comunica directamente la autoridad en la materia, designada como autoridad relevante por el propio escéptico.
NOTA: He hablado otras veces de la falacia de autoridad (ver,ver).
NOTA: el único recurso para opinar de quien no sabe nada de un tema puede ser la falacia de autoridad, pero ese hecho no la hace un argumento válido.
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