Categoría: Nutrición

Aclaración sobre nuestra crítica a la Hipótesis del Balance Energético de la Obesidad

Andrés, Cecilia y yo hemos enviado una Carta al Editor del American Journal of Clinical Nutrition aclarando nuestro artículo sobre la hipótesis del balance energético.

Estimado editor,

En su reciente artículo, Hall et al. [1] citan nuestro trabajo [2] en la siguiente afirmación: “El principio físico del balance de energía no especifica los mecanismos biológicos que determinan cómo se reparten los desequilibrios de energía dentro del cuerpo para dar como resultado principalmente cambios en las reservas de grasa del tejido adiposo versus cambios en la energía almacenada o utilizada en otros compartimentos del cuerpo, un hecho que recientemente ha sido malinterpretado como una deficiencia en el EBM [Modelo del Balance Energético] (25)”. Creemos que esta afirmación tergiversa nuestra crítica de la hipótesis del equilibrio energético de la obesidad. Por lo tanto, nos gustaría explicar el punto principal de nuestro artículo en esta carta para evitar más interpretaciones erróneas.

Durante alrededor de un siglo, se ha asumido que la obesidad es «la consecuencia de pequeños desequilibrios acumulativos entre la ingesta y el gasto de energía que dan como resultado un balance energético positivo y un aumento de peso» [3]. Esta idea, que puede llamarse paradigma o hipótesis del balance de energía (EBP, por sus siglas en inglés), ha sido y aún es promovida como la consecuencia directa de aplicar el principio de conservación de la energía (es decir, la Primera Ley de la Termodinámica) al cuerpo humano. Bajo el reinado del EBP, las estrategias para tratar de prevenir o revertir la obesidad se han centrado exclusivamente en los dos términos de la fórmula del balance energético: ingesta energética (IE) y gasto energético (EE). La creencia es que cualquier factor que nos haga engordar debe aumentar la IE, disminuir el EE o ambas cosas. En este paradigma, solo los factores que afectan a la IE o al EE se consideran causas potenciales para el aumento de peso u objetivos potenciales para la reducción de peso. Por ejemplo: “Por lo tanto, para evaluar el potencial de una intervención contra la obesidad, es necesario cuantificar su efecto tanto en la ingesta como en el gasto de energía a lo largo del tiempo[4]. En nuestro artículo explicamos que este sistema de creencias surge de una mala interpretación del principio de conservación de la energía. Por lo tanto, es claramente incorrecto.

Aunque no es el único, el principal argumento de nuestro trabajo es que el uso injustificado de la ecuación del balance energético como si fuera una fórmula, algo que no es, tiene como consecuencia directa la extirpación quirúrgica de las funciones fisiológicas del tejido adiposo del análisis de las causas y soluciones de la obesidad. En aras de la claridad, hacemos explícito que las fórmulas son expresiones matemáticas que nos dicen cómo calcular algo. En las fórmulas, solo se evalúa un lado del signo de igualdad y, por lo tanto, sólo un lado cuenta. Las ecuaciones también tienen un signo de igualdad, pero el significado es diferente al de las fórmulas. Las ecuaciones deben resolverse y, mientras que las fórmulas son válidas para cualquier valor que elijamos para las variables, las ecuaciones solo son correctas para aquellos valores de las variables que satisfacen la ecuación. En las ecuaciones, ambos lados del signo de igualdad cuentan.

En la fórmula CICO (Calorías que entran menos calorías que salen), la causa de la acumulación/reducción de grasa siempre es un desequilibrio energético (más energía entra que la que sale o más energía sale que la que entra), pero, cuando se usa la ecuación correcta, la causa puede estar en el propio tejido adiposo, en el medio hormonal o en otros tejidos del cuerpo humano, mediante su acción sobre la función del tejido adiposo. Como han explicado recientemente otros autores [5], podemos pensar en factores (adenovirus-36, disruptores endocrinos, insulina, extractos de plantas, etc.) que pueden afectar la función del tejido adiposo y determinar los cambios en los depósitos de grasa. En ese caso, el desequilibrio energético sería una consecuencia irrelevante, no la causa, de la acumulación de grasa corporal. Este punto es clave en la interpretación de nuestro trabajo.

La afirmación en [1] sobre “cómo se reparten los desequilibrios energéticos dentro del cuerpo” es fiel a la causalidad de CICO, es decir, se crea un desequilibrio entre EI y EE, y ese desequilibrio debe entonces repartirse dentro del cuerpo. En nuestro trabajo no aceptamos esa causalidad como un hecho, como sí hacen estos autores. Nosotros explicamos que la causalidad de CICO se deduce incorrectamente de las leyes de la física y, por lo tanto, es injustificada. También explicamos que en CICO se malinterpreta una tautología, que es decir lo mismo con diferentes palabras, para deducir la causa de la obesidad. En resumen, el concepto de partición de energía, tal como lo utilizan Hall et al. [1] cuando aluden a nuestro trabajo, pertenece al EBP, ya que se supone que un desequilibrio energético es la causa de la acumulación de energía. El punto principal de nuestro artículo no era, aunque seguramente pueda argumentarse que es correcta, la idea de que el EBP “no especifica los mecanismos biológicos” que determinan la distribución de energía dentro del cuerpo. Nuestra crítica no se centra en la falta de mecanismos biológicos, sino en la mala interpretación de las leyes de la física que conduce a la suposición injustificada de que «una pequeña brecha de desequilibrio de energía diaria promedio persistente entre la ingesta y el gasto» [4] es la causa subyacente de ganancia/reducción de peso. Por lo tanto, la afirmación de estos autores es una tergiversación de nuestro trabajo.

Animamos a sus lectores a examinar directamente nuestro trabajo sobre los errores conceptuales que se encuentran en la base del EBP.

Atentamente,

Vicente Torres-Carot, Andrés Suárez-González and Cecilia Lobato-Foulques.

[1] Hall KD, Farooqi IS, Friedman JM, et al. The energy balance model of obesity: beyond calories in, calories out. The American Journal of Clinical Nutrition. 2022 2.

[2] Torres-Carot V, Suárez-González A, Lobato-Foulques C. The energy balance hypothesis of obesity: do the laws of thermodynamics explain excessive adiposity? European Journal of Clinical Nutrition 2021. 2022 1:1–6.

[3] van Baak MA, Mariman ECM. Mechanisms of weight regain after weight loss – the role of adipose tissue. Nature reviews Endocrinology. 2019 5;15:274–287.

[4] Hall KD, Sacks G, Chandramohan D, et al. Quantification of the effect of energy imbalance on bodyweight. Lancet (London, England). 2011;378:826–837.

[5] Ludwig DS, Sørensen TIA. An integrated model of obesity pathogenesis that revisits causal direction. Nature reviews Endocrinology. 2022