Historia de la calorexia (I)

El momento más importante en la historia de la pseudociencia del balance energético (o, de forma abreviada, CICO, de sus siglas en inglés, Calories In Calories Out), es, probablemente, la publicación de los “Principios de Nutrición y el valor nutritivo de los alimentos” («Principles of nutrition and nutritive value of food«) en el Farmer’s Bulletins, documento del Departamento de Agricultura de EEUU que fue firmado por Wilbur O. Atwater. Era el año 1902 y era la primera vez que se publicaban en EEUU tablas de contenido energético de alimentos para su uso con fines dietéticos.

Pongo dos fragmentos de ese documento, aunque sólo traduzco el segundo de ellos:

De la página 7:

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De la página 9:

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Si se consumen más alimentos de los que se necesitan, más o menos de los excedentes pueden ser y, a veces lo son, almacenados en el cuerpo, principalmente en forma de grasa. La grasa en el cuerpo forma una especie de reserva de combustible y se utiliza en lugar de los alimentos. Cuando el trabajo es duro o el suministro de alimentos es bajo, el cuerpo recurre a este almacén de grasa y se vuelve magro.

¿Cuándo engordamos? Cuando comemos más de lo que necesitamos.

¿Cuándo quemamos grasa corporal? Cuando comemos poco y nos movemos mucho.

Como decía, era el año 1902 y ya teníamos ahí CICO.

En el libro “Dieta y Salud”, publicado en 1918 y escrito por la médico Lulu Hunt Peters, se popularizó el concepto de contar calorías, dejando bien claro que nuestro cuerpo funciona con una operación matemática, una simple resta:

You may eat just what you like—candy, pie, cake, fat meat, butter, cream—but—count your calories!

Puedes comer lo que quieras —caramelos, pasteles, tarta, carne con su grasa, mantequilla, crema— pero, ¡cuenta las calorías!

En 1930 algunos autores (fuente) de EEUU ya afirmaban que la causa de la obesidad era siempre el exceso energético. Siempre, sin ninguna duda:

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La obesidad siempre es causada por una entrada excesiva de energía. El exceso se deposita como tejido adiposo. 

Como todos sabemos, causa y efecto nunca pueden ser lo mismo, salvo en el mundo de la nutrición. En ese caso sí son lo mismo, y si no lo entiendes entonces eres un negacionista del dogma incuestionable (ver,ver,ver).

Sigo en la segunda parte.

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