Estudios epidemiológicos

¿Por qué crees que el consumo de margarina en Estados Unidos determina la tasa de divorcios en uno de sus estados (Maine)? ¿O es al contrario y la tasa de divorcios en Maine determina el consumo de margarina en Estados Unidos? Mira la gráfica: la relación entre ambas variables es innegable.

¿Cómo crees que el número de gente que muere por enredarse en las sábanas de la cama afecta a los ingresos obtenidos por las estaciones de esquí en Estados Unidos? ¿O es al revés y los ingresos de las estaciones de esquí determinan la cantidad de gente que muere de esa manera tan horrible? Mira la gráfica: la relación entre ambas variables es innegable.

Los anteriores son ejemplos (sacados de esta web) de «estudios observacionales»: la comparación por métodos estadísticos de dos magnitudes o variables para ver si guardan «relación». Y es evidente que en los casos anteriores están relacionadas. ¿O no? Sí, estadísticamente lo están, y además de forma innegable.

Las matemáticas pueden dar un veredicto, pero es obvio que hay que usar la inteligencia para interpretar ese veredicto. Sin un motivo razonable por el cual dos variables puedan estar relacionadas es absurdo plantearse que su comparación matemática, su correlación, implique algo a tener en cuenta.

En nutrición los estudios observacionales son armas de destrucción masiva del conocimiento. Dentro de la escala de calidad de los estudios científicos, los de este tipo pertenecen a la parte más baja: salvo que un resultado sea escandalosamente claro solo deberían servir para despertar una sospecha que siempre debería ser corroborada con un estudio de mayor calidad y fiabilidad. Esos estudios clínicos de máximo nivel son los estudios clínicos aleatorizados: en pocas palabras, se forman varios grupos (numerosos) de personas, distribuidas al azar en dichos grupos, se establece una pequeña diferencia en sus dietas, en algún grupo se les da un placebo, y se realiza un seguimiento exhaustivo de su evolución.

Volviendo a los estudios epidemiológicos, hoy he visto en una página de la FAO la siguiente gráfica, relacionando la mortalidad por cáncer de colon y mamario con la ingesta de grasas:

Podría haber una relación causa efecto grasa-cáncer, o no. Puede ser casualidad y la verdadera causa ser otra, por ejemplo el aumento en el consumo de trigo. Puede ser porque ambas variables, consumo de grasa y cáncer, coinciden con un desarrollo económico de ese país, al igual que muchas otras. Puede haber una relación porque las personas que ingieren grasa, con todas las mentiras que nos cuentan las autoridades sobre ellas, son en término medio menos responsables con su salud que el resto de la población y eso se manifiesta de alguna manera también en las tasas de cáncer (no solo comen grasa desafiando a las autoridades, hacen otras cosas no recomendadas). Podrían ser mil cosas, y sin una justificación de cómo las grasas producen cáncer, proponer la gráfica anterior como prueba de una relación causa-efecto entre grasa y cáncer no solo es signo de extrema estupidez, sino una gravísima irresponsabilidad. Pero en nutrición, es lo habitual.

Si se diese la casualidad de que el consumo de trigo en Japón también hubiese crecido en esos años, ¿qué hacemos? ¿quién está provocando el cáncer ahora? ¿El trigo, la grasa, ambos?

Como curiosidad, en Japón el consumo de trigo se incrementó en esos años notablemente.

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¿Y el consumo de azúcar, cómo evolucionó entre 1955 y 1985?

¡La misma evolución que el consumo de grasa! ¡El azúcar también causa cáncer! (¿o es el trigo? ¿o es la grasa? ¿o es el trigo y el azúcar pero no la grasa?)

Y, ¿por qué nos fijamos en Japón? ¿Y si en otro país la relación es justamente a la inversa, y el consumo de grasa baja mientras el cáncer sube? ¿Ocultamos los datos para que no nos estropee nuestra hipótesis? ¿Quién ha elegido Japón y por qué? ¿Puede tener que ver la evolución del cáncer en Japón con el efecto de las bombas atómicas lanzadas en 1945?

¿Hace falta seguir exponiendo cuál es el valor de un estudio epidemiológico?

Y mirando la gráfica original, ¿no es curioso que cáncer y consumo de grasa se incrementen justo al mismo tiempo? Prácticamente debe ser terminar de comerse el filete y salir hacia el hospital para que te ingresen. ¡Qué mala es la grasa que el cáncer es instantáneo!

También sería curioso ver antes de 1955 qué relación había entre el consumo de grasa y el cáncer. ¿Y si el consumo era elevado y el cáncer inexistente?

¿Y por qué usamos esa correlación y no otras, como la detectada entre el trigo y las enfermedades cardíacas? ¿Estamos recomendando a la gente que no consuma trigo? ¿Por qué no, y sin embargo sí se advierte que la carne puede producir cáncer? ¿Con qué criterio se destacan unos estudios «basura» y se ignoran otros?

Los estudios observacionales son el juguete perfecto de los científicos sinvergüenzas y de los periodistas incompetentes. Esos científicos manipulan los datos a su antojo, dejan unos, descartan otros, ignoran los que desmienten sus teorías y al final obtienen la relación que buscan desde un principio. En palabras de Denise Minger, «los datos son como las personas, si los torturas suficientemente, aunque sean inocentes, acabarán confesando«. Si un vegetariano fanático maneja los datos, a buen seguro el resultado no va a ser bueno para la carne. Un investigador fanático convencido de lo mala que es ésta o aquella grasa solo necesita un estudio epidemiológico para encontrar los datos que demuestren la relación entre la carne y algo malo, lo que sea.

Y, ya acabando, no olvidemos que el número de gente que muere por enredarse en las sábanas de la cama guarda una relación mucho más significativa con los ingresos obtenidos por las estaciones de esquí en Estados Unidos, que el consumo de grasa, azúcar o trigo con el cáncer en Japón.

La pregunta que debemos hacernos es: ¿cuántas de las recomendaciones que se nos dan en materia de nutrición vienen avaladas exclusivamente por estudios observacionales/epidemiológicos? ¿Y a la hora de recetar un fármaco?

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