Teresa…

Hace año y medio publiqué la entrevista que le hice mi cuñada, que acababa de perder el peso que le sobraba. También publiqué sus fotos «antes-después» (ver).

La evolución de Teresa desde aquel entonces no ha sido buena: ha recuperado gran parte de lo que perdió. ¿Cuánto ha recuperado? No lo sé, pero vuelve a tener exceso de peso. Y no le puedo pedir detalles ni sus opiniones porque ningún momento va a ser bueno para ahondar en su herida resaltando lo que ya sabe y no le gusta. A nadie le gusta tener exceso de peso. Y, además, no me extrañaría que se culpe de su mal resultado. Pero, como digo, sólo es una intuición pues no puedo preguntar.

Por lo que yo sé, volvió a «comer de todo».

¿Fallo del método? ¿Fallo de ella? No lo sé.

Todos somos diferentes y tenemos diferentes prioridades en la vida. Para mí lo prioritario en el tema de mi peso es:

  1. No recuperarlo.
  2. En caso de recuperarlo tener claro que he hecho todo lo que estaba en mi mano para mantenerme delgado.

Para mí sería inconcebible haber conseguido adelgazar y abandonar la dieta recuperándolo todo o casi todo, entre otras cosas porque no sabría identificar la causa del fracaso y a buen seguro me culparía. Si haces todo lo que está en tu mano, digo yo que algo se reducirá la tendencia a culparse del fracaso. Y eso no es poco.

Pero no todo el mundo tiene estas mismas prioridades. Hay quien prioriza la cervecita con los amigos, su bocadillo para almorzar o no destacar como el raro que no come ciertas cosas. En ciertos entornos creo que es más fácil presumir ante los amigos o familiares de no cuidarnos que decir «no puedo comer de eso». O también puede que busquemos en la mala comida un alivio a problemas laborales o personales.

No lo juzgo. Sencillamente yo veo las cosas de otra forma y tengo otros objetivos.

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  1. Arantxa Garmendia

    Es difícil nadar a contra corriente y seguir un tipo de alimentación no»avalada»por los supuestos expertos y tan en contraposición con las costumbres de nuestra sociedad. A mí me miran muy raro en mi trabajo (en la sanidad pública) por no participar en las celebraciones, que son casi a diario, con bollos, chocolates… «Es que eres muy talibán..» Mantengo mi peso y salud si grandes esfuerzos. Todo es no empezar… Gracias por tu trabajo, estoy impresionada con el blog del palo de hockey. Eskerrik asko.

    • Vicente

      Hola Arantxa,

      la verdad es que mi mujer es una santa y me apoya en todo, y eso lo hace mucho más fácil. En nuestra casa no entra comida que consideremos poco saludable y ella se ha adaptado a mi forma de comer (mis hijas consumen cosas que nosotros dos no, como arroz o patatas). Su prioridad nunca ha sido comer lo que le apetecía, sino comer bien, pero adaptarse a mi dieta significa no consumir cosas que sí ha consumido anteriormente pensando que eran saludables. Y nunca se ha quejado: al contrario, se ha unido.

      La última vez que estuve en un convite fue para celebrar la graduación de mi hija mayor (ahora está en la Universidad, cursando primer curso) en su instituto y ni nos acercamos a las mesas a ver qué habían servido para comer/beber. No necesitamos saltarnos la rutina (en temas de comida) para ser felices.

      Hacer dieta pero sin ser talibán… conozco a una persona que lleva años adelgazando y recuperando, adelgazando y recuperando, etc. Hace un par de días me dijo que ya había perdido todo lo que quería perder y que ya había empezado a saltarse la dieta puntualmente (es decir, algunas cervezas el fin de semana). Lo decía como si fuera lo esperable, no lamentando estar haciéndolo. Si dentro de un año lo ha recuperado todo, iniciará nuevamente el ciclo sin ni siquiera reflexionar sobre qué está haciendo y cuántas veces le ha pasado lo mismo. Para esta persona ser estricto con la comida (y no me refiero a cantidad) sólo tiene sentido puntualmente.

      Muchas gracias a ti por hacer caso a las cosas que escribo. De verdad 🙂

      • Javier (@Pollojavi)

        Hola Vicente!

        «Lo decía como si fuera lo esperable, no lamentando estar haciéndolo.»
        Conozco esa sensación, una persona esperando llegar a un peso determinado para poder volver a retomar la «normalidad».
        Yo también hice algo similar. Recuerdo haber leído hace unos 7 años acerca de restringir harinas y pensar: «no es planteable a largo plazo». En cambio, hoy en día sigo una dieta prácticamente carnívora y ahora éso es lo normal para mí. La diferencia, está en la información que tenía en cada momento.
        Cuando defines tu problema como un desequilibrio energético, tiendes a creer que es reversible. Que no hace falta cambiar.

        Ésto me recuerda a la última vez que fui al médico de cabecera. Básicamente le explico que con una dieta alta en grasas y baja en CH he resuelto todos mis problemas de salud, pero que quiero hacerme una eco para ver cómo está el hígado, y me pregunta: «¿Y cuándo piensas volver a una dieta equilibrada?»

        • Vicente

          ¡Buenas!

          estoy de acuerdo: un factor clave para la toma de decisiones, para los resultados que obtendrás y para el grado de autoculpabilización es la información que tienes, o, más bien, las creencias que tienes.

          El reto más importante al que se enfrenta la Humanidad es la tarea de distinguir la realidad de la fantasía y la verdad de la propaganda. De modo notorio en nuestra era de la información, es extraordinariamente urgente y extraordinariamente importante.

          Michael Crichton

  2. Jander Klander

    La comida no es sólo un medio más o menos agradable para mantenernos vivos; utilizamos la comida como medio para socializar, lograr la aceptación social y mejorar la autoestima, para obtener placer y para castigarnos, para prevenir la enfermedad y retrasar la muerte, para cuidar a los demás, para relajar tensiones y frustraciones y para generar todo un modo de vida. Por todo ello, incluso las personas más inteligentes pueden desarrollar creencias y relaciones extrañas con la comida que arraigan dentro de lo más íntimo de su ser. Pedir reflexión, objetividad y lógica a estas personas es imposible porque se encuentran dentro de la más absoluta irracionalidad. En mi familia política, donde abundan obesos y hay también algún anoréxico, la nutrición es un tema totalmente prohibido con una sola excepción: todos se permiten hablar y hacer chanza de mi dieta low carb no cetogénica.

    • Vicente

      Hola,

      como dice Javier en un comentario anterior, lo que creemos saber sobre por qué engordamos o cómo adelgazar influye mucho en esa «irracionalidad». Y al contrario: si no quieres cambiar nada tu cerebro hará lo imposible para seguir creyendo en la resta mágica.

  3. Miguel

    La verdad, para mí sí resulta difícil mantenerme totalmente alejado de harinas, azúcar y otros. Entiendo y envidio tu postura (Vicente) y convencimiento.

    Por otra parte, yo «caigo» en pocas ocasiones, como los días de Navidad, o cuando estoy de viaje, y no de forma sistemática. Eso sí, el resto del tiempo, talibán, como decíais.

    Esto lo cuento porque pese a eso, a las salidas con turrones, polvorones, cervezas o cavas, consigo mantenerme, y creo que es debido a la flexibilidad metabólica y la forma en que mi cuerpo recibe los nutrientes, por haber incorporado el ejercicio casi diario a mi vida. A ver si me recuerdas alguna entrada que hable de ello para refrescar la ciencia que hay detrás.

    Estoy seguro, por propia experiencia, que haga el deporte que haga, engordaré si como habitualmente harinas, azúcares, almidones y resto de hidratos con poca fibra percentual. Pero creo que una vez alcanzado el objetivo de forma y salud, es posible incorporar algunos hidratos, y de vez en cuando, si apetece, y si se es capaz de aguantar en «enganche», que lo hay, se puede picar.

    Estaría bien saber que nos mantiene a cada uno «en la zona». En mi caso es el conocimiento de qué hacen a mi cerebro, a mi flora intestinal, a mi cuerpo en general los azúcares, gluten y otros. Y la experiencia, claro. Prefiero estar como estoy que como estaba. Creo que de forma parecida a Vicente.

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