Etiquetado: fuerza de voluntad

Dos años manteniendo el peso

Según mis notas, hace dos años que terminó mi etapa de pérdida de peso. Fue a principios de diciembre de 2013 cuando alcancé los 70 Kg que me había marcado como objetivo final. En total, unos 24 Kg perdidos.

Sé que ahora mismo no peso 70 Kg, sino que andaré más bien rondando los 75 Kg. Quizá más. No lo sé exactamente porque no quiero pesarme. Pero sí tengo la certeza absoluta de que no estoy engordando, que es lo que realmente me importa. Todas las mañanas me miro en el espejo y me veo genial. No estoy engordando y no voy a dejar que la báscula me amargue, cuando sé que en realidad si peso más es porque debo de haber aumentado mi musculatura. No sé si sirve de algo el dato, pero desde que empecé el gimnasio en septiembre he aumentado la carga en todas las máquinas y en las mancuernas.

La foto es de ayer, día 26 de Noviembre, y no hay trampa ni cartón: estoy muy bien.

noviembre15

La fuerza de voluntad es un tema recurrente del blog. Quizá algunos de mis siempre amables lectores/seguidores crean que demuestro fuerza de voluntad al seguir una dieta tan estricta como la que sigo. Soy estricto, es cierto, pero no es así, de verdad. Quizá sí haría falta fuerza de voluntad para comer lo que como, si no obtuviera nada a cambio. Pero la recompensa es inmensa: estoy disfrutando el deporte como no lo había hecho en años, estoy curado de mi hígado graso y mi reflujo, he podido mantener el peso durante dos años sin preocuparme lo más mínimo de cuánto como, no paso hambre, disfruto de la comida y disfruto de mi estado físico cada minuto del día, cada día del año. No hace falta fuerza de voluntad cuando las contraprestaciones son tan positivas. No me cambio por nadie, coma lo que coma. No envidio a nadie.

Otro ejemplo serían mis padres, con sus problemas de glucosa. Cambiaron su forma de comer, normalizaron sus niveles de glucosa y están evitando tener que medicarse. No les he preguntado si piensan que están haciendo un sacrificio, pero para mí lo que están haciendo no es un sacrificio, es un acto responsable en el que además se obtiene algo a cambio.

Y no perdamos de vista que cuando te acostumbras a no consumir azúcares, no los echas de menos. No hay tal sacrificio: los alimentos que consumo son deliciosos y la atracción del pan, la pizza, los helados, etc. sólo existe para el que los consume. Sé que no es lo mismo, pero para entendernos, es como la atracción que tengo hacia el tabaco no habiendo fumado nunca. Supongo que todos coincidimos en que no fumar no es un sacrificio, cuando no eres fumador. Los que creen que me estoy sacrificando están mirándome desde el punto de vista del fumador, y seguramente no lo entienden: yo ya no «fumo».

Pensando en todo lo anterior, creo que a efectos de hacer dieta es importante tener algo que perder. Mucha gente no se ve capaz de mantener una dieta estricta a largo plazo, pero creo que se equivocan: el contexto en el que se hace esa reflexión es importante. No se puede saber cómo nos comportaríamos en ese caso, cuando todavía no se tiene nada que perder, cuando el pacto es «a cambio de nada». Un consejo que yo daría a alguien que quisiera perder peso sería: lee mucho, decide cómo vas a intentar perder el peso que te sobra y hazlo, cueste lo que cueste en términos de constancia. Y cuando ya lo hayas perdido, cuando te veas una persona distinta, cuando tu yo-obeso no sea más que un mal recuerdo, una imagen con la que ya no te identificas, en ese momento plantéate qué estás dispuesto a hacer para mantenerte así. Antes no, antes sólo concéntrate en tu objetivo, concéntrate en obtener ese algo con el que negociar contigo mismo. Seguramente encuentres toda esa fuerza de voluntad que creías no tener para mantener indefinidamente una dieta. O «forma de comer», si lo quieres llamar así.

No quiero dar a entender que sea tan sencillo, que sea suficiente con escoger una dieta y seguirla a rajatabla para dejar de ser obeso. No creo que sea tan fácil. Yo tuve suerte en eso. Encontré una forma de comer que me sirvió para volver a mi peso normal, y que, hasta el momento, me funciona para mantenerme bien sin esfuerzo alguno. Otras personas pueden no tener tanta suerte, pongan el esfuerzo que pongan.

Nada más perder el peso tenía mucho miedo de acabar recuperándolo (soy gato escaldado), pero ahora mismo estoy más tranquilo en ese aspecto. Hubo quien hace ya muchos meses me dijo: «tranquilo, que ya no recuperarás el peso». Algo ha cambiado en mí en los últimos tiempos, porque ahora mismo también yo lo creo.

Gracias a todos por visitarme y darle vidilla a este pequeño blog.