Etiquetado: carne roja
¿Quién haría eso? (IV)
Deducir una relación causa-efecto de resultados epidemiológicos es charlatanería. Pero la epidemiología nutricional existe para hacerlo, es decir, existe para hacer lo que no se debe hacer. Un caso claro y todavía vigente es el de la campaña contra la carne roja, que ha convertido el consumo de este alimento en una «práctica poco saludable»:
¿Cómo se da a entender una relación causa-efecto? Una de las formas de hacerlo es el uso del término «riesgo» (ver,ver), que da a entender esa relación causa efecto: si nos dicen «aumenta el riesgo» todos entendemos que nos estamos poniendo en peligro, es decir, que existe una relación causa-efecto.
Es absurdo seguirle el juego a los charlatanes hablando de «cocientes de riesgo»: en esta entrada usaré «cociente de prevalencia», que me parece más ajustado a lo que representa y menos proclive a ser usado de forma tendenciosa.
Un ejemplo de cómo se usa el lenguaje causal para dar a entender lo que con rigor no se puede dar a entender: «el consumo de carne ha incrementado un 0.23% el número de tumores». No, no lo hace: estadísticamente hablando, un mayor consumo está asociado a un mayor número de tumores. Con rigor, el lenguaje causal no tiene cabida. Con rigor no pueden hacer avanzar su ideología.
La probabilidad tras una intervención no es la probabilidad tras una observación
En pocas palabras la frase anterior resume lo que quería contar en esta entrada. Aunque la prevalencia de una enfermedad X sea un poco mayor entre quienes consumen más producto Y, eso no quiere decir que aumentar nuestro consumo del producto Y aumente la probabilidad de contraer la enfermedad X ni por supuesto que aumente el «riesgo». Sólo sería así si realmente hubiera una relación causa-efecto.
«Meat consumption and mortality – results from the European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition«
Según relatan en este artículo, a diferencia de los estudios observacionales realizados en USA, en los estudios europeos (EPIC) no se encontró una relación estadística significativa entre el consumo de carne roja y mayor prevalencia de cáncer o de muerte por enfermedad cardiovascular.
Esto es interesante, pues quizá el efecto del consumidor irresponsable es más marcado en USA que en Europa. También es posible que la diferente legislación haga que la carne sea menos saludable en un sitio que en el otro. Los datos observacionales no dicen qué causa qué.
La tabla muestra que no es más frecuente encontrar ni cáncer ni muertes en las personas que más carne roja consumen, en comparación con las que menos consumen:
¿Cómo se distinguen los datos anteriores del ruido? No se pueden distinguir: hablamos de epidemiología: aunque la siempre deficiente recogida de datos (fuente) no impidiese detectar diferencias tan pequeñas, no se sabría qué causa qué.
Nótese la triquiñuela estadística en la tabla anterior: en lugar de escoger como referencia el rango de menor consumo, escogen el siguiente. Sin esa maniobra los cocientes de prevalencia del grupo de mayor consumo (respecto de la referencia) serían aún menores (por ejemplo, 1.17/1.10=1.06 en muerte por causas diferentes de las citadas, en lugar de 1.17).
«Meat, fish, and colorectal cancer risk: the European Prospective Investigation into cancer and nutrition«
En este artículo encontramos datos para España: un incremento de 100 g en el consumo de carne roja y procesada (lamentablemente dan el dato conjunto para ambas) está asociado a un cociente de prevalencia de cáncer colorrectal de 1.02.
Y para todos los países en conjunto el cociente de prevalencia no llega al 1.2 comparando los rangos extremos de consumo.
«Diet and colorectal cancer in UK Biobank: a prospective study«
Datos de Reino Unido. En la gráfica se muestran los cocientes de prevalencia de cáncer colorrectal cuando a los participantes se les clasifica en función de su consumo de carne roja:
Cogiendo los datos de la gráfica anterior, supongamos que consumimos carne roja menos de una vez a la semana (HR=1.00). Si cambiamos de hábitos y pasamos a consumir carne roja más de tres veces a la semana (HR=1.15), eso no necesariamente aumenta nuestra probabilidad de desarrollar cáncer colorrectal. Hablar de que «aumenta el riesgo» es sencillamente engañar a la gente: falacia de ambigüedad en la que se usa la palabra riesgo para dar a entender algo que es falso.
Imaginemos que lo que reflejan las cifras de la gráfica es que simplemente las personas que ignoran las recomendaciones oficiales sobre la carne roja, en general no hacen mucho por cuidarse o viven en entornos poco favorables a la salud. Es posible que su consumo de carne roja, algo desaconsejado por nuestras incompetentes autoridades en materia de salud, sea una característica más de la forma de vida de esas personas entre las que también estará la verdadera causa de que la prevalencia de ese tipo de cáncer sea ligeramente mayor que en otras personas. Bajo ese supuesto, consumir más carne roja no aumentaría la probabilidad de que contrayésemos ese tipo concreto de cáncer, porque no habría relación causa-efecto.
Ahora contrastemos esta posibilidad con el mensaje que da por supuesta la existencia de una relación causa-efecto: «el consumo de carne ha incrementado».
Con el ejemplo del tabaco todo el mundo lo entiende: es probable que exista una relación estadística entre tener los dientes amarillentos y desarrollar cáncer de pulmón. Usar una pasta de dientes blanqueante no altera la probabilidad de desarrollar cáncer de pulmón. Ni siquiera es aplicable la estadística obtenida como observación (la correspondiente a tener los dientes más blancos) cuando lo que se ha hecho es realizar una intervención (blanquear los dientes) que causa el efecto por una vía diferente de la que existe en la mera observación.
La epidemiología es pseudociencia. Y es una lacra para el verdadero conocimiento en el campo de la nutrición.
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