Edulcorantes artificiales. Prueba de concepto
It is a matter of simple energy balance as per the first law of thermodynamics, not “substances we didn’t evolve for”. (Leído por ahí)
Es una cuestión de simple balance de energía según la primera ley de la termodinámica, no de «sustancias para las que no estamos preparados en términos evolutivos»
Mucha gente consume edulcorantes artificiales, o productos con edulcorantes artificiales, en lugar de las versiones azucaradas. Supuestamente, estos productos químicos ni nos engordan ni nos impiden adelgazar.
¿Pueden engordarnos los edulcorantes artificiales bajos en calorías? Desde el punto de vista de la pseudociencia del balance energético, no pueden engordarnos, pues no aportan energía, salvo si te hacen comer «de más»: «Si te engordan es porque aumentan tu apetito» (ver,ver).
Algunas personas creen que los carbohidratos «extra» se convierten en grasa y esa grasa nos engorda, y en consecuencia deducen que un edulcorante acalórico «no puede engordar porque no se convierte en grasa«. Ya analizaré en una entrada posterior cómo engordamos, pero no quiero mencionar el término «extra» sin hacer algún comentario al respecto.
«Artificial Sweeteners Stimulate Adipogenesis and Suppress Lipolysis«
En este experimento in vitro cogen adipocitos humanos y de ratones y los bañan en distintas concentraciones de tres edulcorantes artificiales (sacarina, acesulfamo-k y sucralosa). Y observan que aumenta tanto la adipogénesis, es decir, la creación de nuevos adipocitos a partir de preadipocitos, como la lipogénesis, es decir, la acumulación de grasa corporal. En la gráfica se muestra el aumento de la expresión de PPARγ (ver):
The addition of saccharin robustly stimulated adipogenesis in a concentration-dependent manner, resulting in increased lipid accumulation and FABP4 expression
Añadir sacarina aumentó consistentemente la adipogénesis de modo dependiente de la concentración, resultando en un aumento de la acumulación de lípidos [grasas] y la expresión del FABP4.
O sea que los edulcorantes artificiales sí produjeron in vitro una mayor acumulación de grasa.
Del mismo modo, en este estudio observaron que la presencia de los edulcorantes artificiales reducía la lipólisis de triglicéridos en los adipocitos (o en otras palabras, reducía la liberación de grasa corporal). Es lo que muestra esta gráfica (en el experimento la concentración de glicerol refleja en qué medida se han liberado triglicéridos en los adipocitos):
To determine whether lipolysis was inhibited by artificial sweeteners that are structurally distinct from saccharin, we evaluated the effects of AceK and sucralose (Fig. 7G) and observed that, as with saccharin, these artificial sweeteners suppressed basal lipolysis in 3T3-L1 cells.
Para determinar si la lipólisis era inhibida por edulcorantes artificiales estructuralmente diferentes de la sacarina, evaluamos los efectos de AceK y sucralosa (Fig. 7G) y observamos que, al igual que la sacarina, estos edulcorantes artificiales suprimían la lipólisis basal en células 3T3-L1.
¿Demuestra este estudio que los edulcorantes artificiales acalóricos engordan a los seres humanos? No lo hace. Aparte de no ser un experimento in vivo, las concentraciones en las que se manifestaron los efectos engordantes están algo por encima de las concentraciones fisiológicas medidas tras la ingesta de edulcorantes artificiales:
The active concentrations in preadipocytes and adipocytes are higher than would generally be observed in humans […] as bolus oral doses of the recommended maximum daily intake of saccharin results in peak plasma concentrations of ∼75 μM […]; however, this is nonetheless an important proof of principle for unexpected effects of artificial sweetener use and raises the possibility that absorbed sweeteners may influence aspects of adipose tissue biology given sufficient “dose and duration” of exposure.
Las concentraciones activas en preadipocitos y adipocitos son mayores de las que se observarían normalmente en humanos […] ya que pastillas con las dosis máximas diarias recomendadas de sacarina resultan en picos de concentraciones de ∼75 μM […]; sin embargo, esto es una importante prueba de concepto de inesperados efectos del uso de edulcorantes artificiales y señala la posibilidad de que los edulcorantes absorbidos puedan influir en aspectos de la biología del tejido adiposo, si hay suficiente dosis y duración de la exposición.
Un producto químico puede engordar, si altera la biología del tejido adiposo. Tenga o no tenga calorías.
Como decía, esas concentraciones de 0.075 mM no están tan lejos del umbral en el que los efectos de la sacarina se disparan:
En cualquier caso, ¿qué conclusiones saco yo de este estudio? La primera conclusión es que no hay que meterse porquerías por la boca. La segunda conclusión es que este estudio refuerza lo que ya sabemos los lectores de este blog: un producto comestible puede ser engordante sin que sus calorías tengan nada que ver con ello. Basta con que ese producto cree las condiciones fisiológicas (activación de genes, cambios en concentraciones de metabolitos, cambios hormonales, etc.) que promueven el engorde. No hay ninguna ley de la termodinámica que tenga nada que decir al respecto.
Leer más:
Muy interesante, Vicente. Sobre todo para quienes se pasan con los edulcorantes asumiendo que son inocuos o muy bajos en calorías.
Gracias por compartirlo y por interpretar los estudios.
Un fuerte abrazo.
Hola Elena,
por lo que yo observo en algunos familiares, parece que dejar de usar ciertos productos (edulcorantes artificiales, alcohol, etc.) es percibido como algo así como un fracaso en la vida. Rápidamente se acogen al «por un poco de vez en cuando no pasa nada» y realmente no cambian nada en su alimentación. Yo no entiendo muy bien el apego que tienen a consumir porquerías (¿tan malo está el café sin añadirle nada?).
Gracias a ti 🙂
Ay, con lo delicioso que es el sabor del café de verdad, sin edulcorar ni azucarar.. ¡Voy a por uno ahora mismo! Si la gente supiese cómo sabe realmente el café, se dejarían de milongas.
Y encima, cuando te dicen el “por un poco de vez en cuando no pasa nada”, lo unen a una cara de pena como pensando: «Pobrecito/a, no sabe disfrutar de la vida por un poquito de azúcar. Es un/a amargado/a». Entonces es cuando te entran ganas de comerte delante de ellos un secreto ibérico y decirles: «Esto sí que es disfrutar de la vida con una buena comida, no con pseudoalimentos llenos de pasta y carne procesada con queso de bajísima o nula calidad».
Voy a prepararme uno yo también 🙂
Buenas Vicente, mi nombre me lo reservaré por temas de profesionalidad pero soy médico pediatra dedicado actualmente a la nutrición hospitalaria de pacientes pluripatológicos pero no por ello deja de interesarme la nutrición social (como aquí le llamamos).
Llevo tiempo leyendo articulos tanto de ud como de centinel (loquedicelacienciapara…) y en cierta forma puedo, en la medida de lo posible, estar de acuerdo en las líneas generales de ambas opiniones que a groso modo no son muy divergentes.
Sin embargo, he echado una mirada a este artículo de blog y pese a que la idea como concepto si puede tener un interés creciente, tengo que decir que existe un sesgo importante de publicación de tu entrada. Supongo que, la base de tu explicación se basa en el estudio de los 1R2/T1R3 (receptores del dulce) que como se describe aqui en una revisión de 2014 (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24763065) puede que tenga alguna relación con el control metabólico, la concetración de glucosa en sangre y los picos de insulina, de hecho, como bien explicas se ha demostrado que in vitro si que parece ser un efecto de lipogenesis, incluso puede que si lo extrapolamos a ratones puede que tenga algún tipo de sentido fisiológico y de repercusión tal y como describe el siguiente articulo (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24712876).
El problema es que esta publicación consta de Noviembre/2016 y bueno, entiendo que quieras llevar a tu terreno el como ves la nutrición y puedo entender que quieras hacer creer a tus lectores en base a evidencia científica lo que intentas transmitir. El problema es querer extrapolar algo que a la hora de la evidencia cientifica en humanos no solo no ha demostrado sino que se ha demostrado que es contrario a la entrada de este blog. En la siguiente revision del British Journal of Nutrition en 2010 ya te especifica «there is no consistent evidence that low energy sweeteners increase appetite or subsequent food intake, cause insulin release or affect blood pressure in normal subjects» (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/20619074), no solo eso sino que la comparativa entre aspartamo y estevia con sacarosa (https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/20303371) tampoco ha demostrado que sean productos engordantes tal y como especificas.
Y esto haciendo una revisión rápida y nada profunda de la bibliografía.
Otra cosa, y esto no te puedo discutir que por temas de nutrición cuanto más natural se pueda comer, mejor. Evitar procesados y edulcorantes creo que debe ser una máxima y más atendiendo a lo artificial que supone el comer con sustancias creadas artificialmente pero, si nos atendemos al rigor científico creo que será prudente, consecuente y responsable exponer que en humanos no solo no se ha demostrado lo que dice este estudio in vitro sino que más bien los resultados son contrarios.
Un saludo.
Hola jjim,
me parece muy bien que quieras matizar que en humanos no se ha demostrado, pero no me parece correcto que quieras poner en mi boca cosas que no he dicho. Mis conclusiones, si las vuelves a leer, van por la vía de criticar la estúpida teoría del balance energético.
Te falta comprensión lectora.