Infografía de una falacia
Si no hay unos límites claros, no es ciencia
Cuando se aplica la primera ley de la termodinámica, se tienen que escoger unos límites físicos, una «frontera», en su aplicación.
Si se escoge el cuerpo humano en su conjunto, ninguna referencia se puede hacer a la acumulación de energía en un tejido concreto y la ley es, por tanto, inapropiada para estudiar la acumulación de triglicéridos en el tejido adiposo, de la misma forma que no puede emplearse para hablar de cambios de tamaño en nuestros músculos ni de cambios en las reservas de glucógeno (ver,ver). Con esta frontera, cualquier referencia a la energía acumulada tiene que ser siempre a toda la energía acumulada, en cualquiera de sus formas, nunca a una fracción concreta de esa energía, aunque falazmente se suponga que esas otras formas de energía acumulada no cambian. Como veremos en breve, plantear qué sucede cuando sí cambian delata el fraude. La aplicación laxa, i.e. sin rigor, de la primera ley de la termodinámica deja de ser «ley» y pasa a convertirse en «trampa».
Si, por el contrario, se escoge aplicarla en un órgano o tejido concreto, tampoco la ley es útil para hablar de por qué engordamos, pues es evidente que son “señales biológicas” (hormonas, enzimas, sustratos, etc.) las que hacen que entren o salgan ácidos grasos en los adipocitos. Ningún crecimiento en un tejido se estudia recurriendo a leyes generales de la física: ¿entran más calorías de las que salen en el tejido? ¡Pues claro, se están acumulando! ¡No estás diciendo nada! La comprensión del problema requiere el análisis de las señales fisiológicas responsables del crecimiento/decrecimiento. Nótese que si la ley se aplica definiendo la frontera como los límites físicos de un tejido, no ha lugar a hablar de ingesta calórica o gasto energético globales del cuerpo, porque las fronteras empleadas nada tienen que ver con el global del cuerpo.
La pseudocientífica teoría del balance energético combina, de forma falaz, dos términos propios de aplicar la primera ley de la termodinámica en todo el cuerpo y uno propio de aplicarla en el tejido adiposo, lo que constituye un gravísimo e inaceptable error conceptual. Y, además, es un claro engaño pues las trampas únicamente se hacen en el caso de la obesidad.
¿Relevancia de todo esto que estoy contando?
Lo que estoy explicando en esta entrada es una de las razones por las que la teoría del balance energético es simple pseudociencia. Enseguida entenderás cuál es el fraudulento origen de las ideas que defiende la comunidad científica sobre las causas y las soluciones a la obesidad.
Hagamos la trampa y usemos «ingesta energética» y «gasto energético», pero «acumulación de energía en el tejido muscular», dejando al margen otras formas de acumulación de energía. Según los postulados de la teoría del balance energético, siendo que cuando nuestros músculos crecen en ellos se acumula energía:
El crecimiento del músculo es el resultado de una ingesta energética que supera al gasto energético
¿Es ésa la causa por la que crecen los músculos? ¿Es eso lo que dicen las leyes de la física? ¿Qué se deduce entonces de la teoría del balance energético que tenemos que hacer para ver crecer nuestra musculatura? ¿Comer más y movernos menos? ¿Qué crees que es erróneo en este planteamiento? (ver) No son preguntas retóricas: en el proceso de tratar de contestar a estas preguntas vas a entender perfectamente por qué el paradigma de la energía tal y como se usa para «estudiar» la obesidad es fraudulento.
La teoría del balance energético es pseudociencia: se presenta como algo científico —basado en leyes de la física, nos dicen—, pero en cuanto rascas un poco se hace obvio que no es más que una colosal burrada.
NOTA: Aunque la falacia concreta que comento en esta entrada no existiera, la teoría del balance energético seguiría estando basada en deducir causalidad de una tautología (la trampa se suele tender con retórica engañosa que fija un valor para el gasto energético cuando, en realidad, el gasto energético es un resultado del proceso, no una entrada controlable) (ver,ver). Creo que con el ejemplo anterior del crecimiento del tejido muscular queda también claramente al descubierto esta otra falacia. Un detalle importante, relacionado con lo anterior, es que en esa teoría se ignora que nuestro cuerpo tiene una eficiencia variable y adaptativa, con la mayor parte de la energía consumida siendo disipada en forma de calor (ver,ver). Creo que la analogía de la zanahoria y el palo (ver) ilustra muy bien cómo la retórica falaz se usa para establecer causalidades que las leyes de la física no respaldan, al tiempo que sirve de ejemplo de lo relevante que es el hecho de que un sistema tenga una respuesta adaptativa.
Leer más:
https://novuelvoaengordar.com/2017/02/02/nos-engorda-un-cerebro-hambriento-o-mas-bien-lo-hace-la-pseudociencia-difundida-por-los-expertos/
Verdad de perogrullo si se hablara de la entrada y salida de energía en el tejido adiposo.
Pero decir que para que se acumulen personas en el Santiago bernabeu deben entrar más coches de los que salen en Madrid no es una verdad de perogrullo. Es una tautología, sí, pero es que además está mal aplicada.
Una de las trampas. No es la única.
— Las calorías son una magnitud relativa al balance energético global del cuerpo
— La pérdida/ganancia de grasa corporal tiene que ver con el balance de ácidos grasos en un tejido concreto, el tejido adiposo
¿Qué relación guarda el balance energético global del cuerpo con el balance energético de un tumor?
¿Qué relación guarda el balance energético global del cuerpo con el balance energético del tejido muscular?
¿Qué relación guarda el balance energético global del cuerpo con el balance energético del tejido adiposo?
¿Qué crecimientos en el cuerpo son un «problema de energía», controlables hablando de ingesta energética y gasto energético?
Por ejemplo, intentar gestionar el crecimiento de un tumor hablando de entrada y salida de energía en todo el cuerpo.