Etiquetado: David Díaz

El estigma de la obesidad (III)

«Obesity Stigma: Important Considerations for Public Health«

Society regularly regards obese persons not as innocent victims, but as architects of their own ill health, personally responsible for their weight problems because of laziness and overeating. These common assumptions provide the foundation for weight stigma, a prejudice that is often dismissed as acceptable and necessary. Not only is weight stigma viewed as a beneficial incentive for weight loss, but it is also assumed that the condition of obesity is under personal control, implying that the social influence of weight stigma will be sufficient to produce change.

La sociedad considera con frecuencia que las personas obesas no son víctimas inocentes, sino arquitectas de su propia mala salud, personalmente responsables de sus problemas de peso por pereza y exceso de comida. Estas habituales presunciones son la base para la estigmatización del obeso, un prejuicio que es transigido a menudo como aceptable y necesario. La estigmatización del obeso no sólo es vista como un incentivo beneficioso para perder peso, sino que también se asume que la condición de obesidad está bajo control personal, lo que implica que la presión social del estigma será suficiente para producir el cambio.

«Estas habituales presunciones son la base para la estigmatización del obeso…transigido a menudo como aceptable y necesario…»

Creo que no se puede decir más claro. Y, ¿qué nos hace creer que la obesidad está bajo control personal? Voy a comentar un artículo que es muy ilustrativo de cómo se fomenta la estigmatización de los obesos. Vale la pena pinchar en el enlace y visitar la página, aunque sólo sea por ver la foto que encabeza el artículo. Viendo la foto no hace falta leer el artículo, ciertamente.

Comento a continuación los fragmentos más relevantes (mis negritas).

Si tenemos en cuenta la primera ley de la termodinámica que dice que “la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma“, lo dicho antes se ratifica inevitablemente, si bien nuestro organismo no es tan simple como para reducirlo a esta ley, está claro que si se gasta más de lo que se ingiere es imposible tener sobrepeso.

Perfecto ejemplo de la mayor estupidez de la historia de la humanidad (ver). Cuando en temas de obesidad algo se justifica aludiendo a la primera ley de la termodinámica, está claro que lo que viene después no es más que patética pseudociencia. Lo he explicado repetidamente en el blog, pero en pocas palabras el engaño se basa en deducir el comportamiento o respuesta de un ser vivo a partir de una tautología (ver,ver,ver,ver,ver), que para más inri es aplicada de forma errónea y tramposa (ver,ver). Con falacias se introduce el resultado como premisa de los planteamientos, creando de forma injustificada una causalidad (ver):

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Una estupidez indefendible.

Lo que me interesa resaltar es cuál es el origen del estigma. La consecuencia inmediata de la falacia energética es el mensaje de que sabemos lo que tenemos que hacer, que sabemos que las causas y soluciones relativas a la obesidad y perder peso pasan por el control de la cantidad de energía, ya sea a través de lo que comemos o del ejercicio físico que hacemos. Con la «tautología trucada» como cimiento se construye todo el castillo de naipes del balance energético: se «educa» a la población en la idea de que si tienen problemas de peso es porque han comido más de lo que han gastado y que el remedio lógico es comer menos y/o hacer más ejercicio. Y como se cree —absurdamente— que esa idea deriva de leyes inviolables de la física, el fracaso del método es atribuido a la persona, nunca al tratamiento: el obeso/a come más de lo que cree, es un vago/a que no quiere hacer ejercicio físico, o simplemente no tiene fuerza de voluntad para mantener una dieta y un plan de ejercicios a largo plazo. La atribución de control es la base del estigma (mis negritas):

Una cosa sí que es clara, el problema final de que uno esté gordo o fuera de forma sí que es realmente genético, me explico. Una persona obesa suele elegir mal los alimentos, no hace nada de deporte y no se da cuenta de sus problemas de salud, y todo esto tiene su origen en algo genético: la falta de voluntad

Lo normal es que una persona obesa no cree (o no sabe) que meta calorías en exceso.

el problema es que una persona que busca perder peso siendo obesa o con un sobrepeso grave en cuanto llega a un peso “bueno” para él deja la dieta, no ha aprendido a comer”

No sólo tratamos la obesidad —e intentamos prevenirla— con estúpidas teorías pseudocientíficas, sino que además culpamos al obeso de que el tratamiento no funcione (ver,ver,ver,ver,ver). El daño no es sólo físico (ver).

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